Fotografía digital, c-print.
Serie de 9, 40×50 cm c/u.
Diciembre 2006.
Este trabajo pretendió evidenciar un proceso de desprendimiento y fragmentación dentro del núcleo familiar, dar cuenta del silencioso espacio doméstico que disimula muy bien aquella violencia casi imperceptible. No es casualidad que el alimento escogido tenga ese líquido espeso color rojo, similar a la sangre, que al derramarse remite a la herida y a una causa de dolor. El deterioro se manifiesta a través de aquel derramamiento sobre la piel; las manos de mi madre se manchan y actúan como soporte en ese proceso destructivo, el cuerpo produce la fragmentación y recibe las consecuencias de ella.
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